La iglesia de Santa Maria la Vetere es la antigua catedral de licata, llamada La Vetere para distinguirla de Santa Maria la Nueva, actual catedral de la ciudad. Fue la iglesia principal cuando los ciudadanos vivían a los pies de la montaña de Sant’Angelo. Esa iglesia fue deseada por la bienaventurada Silvia, madre del próximo Papa San Gregorio Magno y fundado por él, para hospedar en el 580 a.c una comunidad de la Orden de San Benito. La iglesia es aunque llamada Santa Maria de la Montaña y más tarde Santa Maria de Jesùs.
Al final del siglo XVI la iglesia con el anexo convento fue elegida como sede de la Orden franciscana de los Minores Observadores. Debido a un violento terremoto del 1542 y a la invasión franco-turca del 1553, la iglesia fue reestructurada, con una serie de transformaciones y modificaciones que cambiaron la estructura y el revestímiento artístico. La estructura, varias veces modificada, hoy se presenta con un revestimiento de lajas, realizadas con piedras de Sabucina, que de alguna manera quiere ser una copia de aquel existente de los primeros años del ‘900.
El interior de la iglesia se observa una àbside cuadrada con un hermoso arco triunfal realizado al final del siglo XVI, que parece decorado con motivos clásicos, donde hay un espacio una estupenda gustosa de madera, pintada en oro, obra de un hábil artesano local en el ‘700, que se inspira al estilo artístico de las iglesias franciscanas.
Los pasillos laterales están recubiertos por paneles en madera en que son engastados cinco pintados en tablas octagonales que representan santos franciscanos.
Visitando a iglesia se pueden inmediatamente ver a la derecha dos frescos en estilo bizantino, que representan San Gregorio Magno, que por la tradición local ha sido el fundador de la iglesia, y la Santa Silvia, madre del Papa. Particular es la estatua de San Calogero, en tela de yute del siglo XVII.
La iglesia ha sido santuario milita, por qué acogió los cuerpos de los soldados las guerras mundiales y en la Edad Media.